José Ramón González N.

domingo, julio 25, 2010

Vivir intensamente

Exteriorizando
Vivir intensamente
Por José Ramón González Núñez

El ser humano resulta ser tan sorprendente en la simpleza de su existencia, desde la capacidad de adaptarse a aquellos ambientes que algunos desconocemos o desvanecerse en un frágil soplido del viento hasta incluso perdurar arduamente con el paso de los años.

Perdurar con esfuerzo, con objetivos, metas y sueños que muchos logramos cumplir mientras otros no tienen esa dicha, he ahí donde se demuestra el vivir de las personas, la diferencia entre aquel que logro su sueno y aquel que nunca lo vio materializado.

El vivir en el agitado y constante ritmo de un mundo que marcha cada vez mas rápido sin intención de detenerse y sin ganas de dar tregua a meditar las acciones de cada uno de nosotros.

Bien sabemos que cada cabeza es un mundo, pero al fin y al cabo seres humanos que nos diferenciamos por el esfuerzo puesto en las cosas que hacemos, el toque personal de aprender con lo vivido, de disfrutar el momento y apreciar la armonía de la vida sin dejar pasar por alto aquellos pequeños detalles. He aquí talvez la respuesta de vivir de forma ecuánime y es tan sencillo que a veces nos cegamos creyendo que vivir intensamente es abusar del cuerpo y trabajar hasta quedar sin fuerzas, llegar a los extremos sin ningún tipo de control o intentar correr más adelante del tiempo, incluso para ser los primeros en cada momento.

No es para menos ya que la ambición y el materialismo que cohabita en la sociedad con nosotros nos han hecho actuar de esta manera. Han hecho posible que la vida del ser humano se moldee por parámetros establecidos por un grupo, que no nos permite actuar libremente sino al asecho de la primera acción que marcará nuestra reputación y erradica la intención e intensidad de un momento a punto de vivir.

Las interrogantes no se hacen esperar, ¿Vivimos intensamente cada segundo? O ¿Somos las victimas de un tiempo contando por el afán de competir? ¿Estamos dispuestos a dejar la monotonía para vivir en la cotidiana labor de hacer diferente lo que llamamos rutina? ¿Seremos capaces de abrir los ojos frente a esos detalles que a veces ignoramos?

Una tras otra así seguirán llegando más preguntas a la mente, pero una tras otra se irán si aprendemos a vivir la verdadera intensidad de un almuerzo en familia, de una reunión sana entre amigos, de la inocente sonrisa de un niño, del trabajo bien realizado, de servir y dar desinteresadamente, del compartir y sonreír con la plena satisfacción de que sacamos lo más positivo de cada momento vivido intensamente.

TEXTO PUBLICADO EN EL PERIODICO LA INFORMACION

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